Capítulo 34: La superioridad de Dios

<<Cuando está quieto, ¿quién puede condenarlo?; y cuando esconde Su rostro, ¿quién puede contemplarlo?; …>>
Job 34:29 NBLA
Lectura: Job 34-35

Eliú enfatiza la desigualdad de Dios. En Su santidad, poder y sabiduría Él es incomparable. Cada aspecto de la humanidad depende de Él para su existencia. Cuando Él decide estar quieto, esperar o no mostrarse como el hombre quiere o pide, no hay nada para hacer al respecto debido que el hombre no tiene ni un pedacito de sabiduría para condenar Sus acciones.

No puedo imaginarme una prueba más difícil que el silencio de Dios. Lo vital en las pruebas es aferrarse al carácter de Dios y a Sus promesas. En el silencio, aunque no escucho a Dios o cuando no puedo sentir Su presencia conmigo, yo sé que sigue conmigo porque dijo: <<Nunca te dejaré ni te desampararé.>> (Hebreos 13:5) Él tiene cuidado de mí. (1 Pedro 5:7) Su Espíritu Santo mora en mí. (1 Corintios 6:19) Él es bondadoso (Salmos 31:19) y me ama (Isaías 54:10).

Señor, en el momento que ves bueno para mí Tu silencio, fortaleza, Te ruego, mi corazón con Tus verdades. Aunque yo me siento sola o las circunstancias me sobre pasan el entendimiento, ayúdame a que mi confianza en Ti no tiembla. Lo mejor que me ha pasado es esta vida es el privilegio de disfrutar de Tu presencia.