<< Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y decrecieron las aguas>>
Génesis 8:1b NBLA
Dios paró el diluvio y calmó la tormenta. Así, inició el camino hacia la restauración de la tierra. Todo en Su tiempo.
No hay tormenta que no esté bajo la soberanía y control de Dios. No hay mejor lugar que estar en Sus manos. Él es digno de nuestra confianza. Hay tiempos de derribar, pero después viene la edificación (Ecl. 3:3). El llanto de la noche terminará con el grito de alegría (Sal. 30:5).
Señor, tan pronto estoy en las tormentas quiero preguntarte: “¿No te importa si perezco?”. Sé que tienes el poder y el corazón para decir a la tormenta que me amenaza: “¡Cálmate, sosiégate!”, y cuando mi barco esta lleno de agua, soy débil. Dame gracia y fortalece mi fe en Ti. En Tu tiempo, vendrá una gran calma (Marcos 4:35-41).